Cucú_ Hagamos dédalo, dale.
Dodó_ No creo caerle en gracia al conductor del carro que nos cruce.
Cucú_ Qué día divino. ¡Dancemos dúctiles, dorémonos los dos, devoremos dátiles!
Dodó_ Caeremos cansados, quemados, cargados de caca, capaz que nos cagamos.
Cucú_ Y dale al discurso derrotista... Detené el dínamo y dinamitá el dique, desparramáte diabólico y disfrutá este dulce.
Dodó_ Calláte que me caliento, corréte. Me carcomés el coco cocoreando como cálida cacatúa.
Cucú_ ¿De veras deseás derivarme, dejarme a la deriva, deseosa, denodada? ¿Eh, Dodó?
Dodó_ Claro, claro, que cuando contemplo tu cráneo, tu cúspide, tu contextura, me columpio calamitoso a tu caverna y claudico.
Cucú_ ¡Oh, dios, qué difícil doblegarte!
Dodó_ ¡Cúbrete, Cucú, o culmina este cuento con cachetes cacheteados! No quiero caer en tu cuenco.
Cucú_ Desaforándote devendrás dinosaurio, Dodó, no derrames tu dicha diciendo y diciendo y diciendo. Desabróchame, dame tu dedo duro, dentelléame, derríbame, disfrútame.
Dodó_ Qué calor. Clamo por colmar tu copa y correrme carnívoro por tu colámen crinudo. Pero, ¿quedaría completo, Cucú, comiéndote?
Cucú_ Lo dudo, lo dudo, Dodó.
Dodó_ Claro, caminaría cabizbajo, consumiéndome, cayéndoseme los calzones.
Cucú_ Déjate de dirimir, no deducirás dónde detenerte. Despliégate aunque te dobles, divídete aunque te duela. Desmorónate, Dodó, deja que te demude.
Dodó_ Creo que quiero, creo que quiero. Comerte, Cucú, quiero comerte, cubrir mi cabeza de calandrias, corroer tus colores clandestinos y cagar luego colorantes.
Cucú, Cucú, cúbreme los cuatro costados, calamítame calamitosa, compruébame cualquier cosa, corrovórame que carezco.
(Este texto fue escrito el 27-6-94 y esta es su primera publicación)
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